domingo, 18 de setembro de 2011

Alejandro Fernández toma Las Vegas

 

Por casi tres horas, el cantante enloqueció a los mexicanos que acudieron al MGM Grand Garden Arena en la ciudad del juego

Luis Felipe Castañeda/ Enviado

 

LAS VEGAS, 17 de septiembre.- Fueron tres gritos que sabían a nostalgia, a orgullo y a dolor. Tres gritos que desde la voz de Alejandro Fernández retumbaron con fuerza cuando la gente se apropio de ellos.

A cada uno de los ¡Viva México! con los que el menor de los Fernández arengó a la gente le correspondieron nueve mil voces que gritaban por su país, por aquel que dejaron hace muchos años por perseguir el sueño americano o por aquel otro que los espera de vuelta tras un fin de semana de dispendio en la ciudad del juego.

Alejandro gritaba, ataviado en un traje de charro negro con aplicaciones en oro, y la gente respondía.

“¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad!, ¡Viva Hidalgo!, ¡Viva Morelos!, ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!, ¡Viva Allende!, ¡Viva nuestra Independencia nacional!”

“¡Viva!”, gritaba la gente mientras las banderas mexicanas ondeaban en las gradas del Grand Garden Arena del hotel MGM.

La fiesta mexicana, entonces, ya era una realidad y el festejo por el aniversario del comienzo de la lucha por la Independencia nacional era la mejor excusa para vivirla al máximo con la ventaja de tener en el escenario a uno de los más importantes representantes de la música regional mexicana en la actualidad.

El Potrillo cumplió con su cometido. Durante su concierto no faltaron los éxitos que ha cosechado a lo largo de su trayectoria, los rancheros, las baladas y los de corte pop. Con cada uno de ellos hizo cantar y enloquecer a la gente, nueve mil personas, según cifras de los organizadores, que se le entregaron sin chistar.

Todo comenzó con ¿Dónde vas tan sola?, tema que mezcló con Llorando penas, Ojo por ojo, La mitad que me faltaba y Tú regresarás antes de dirigirse a la audiencia.

“Buenas noches México en Las Vegas. Me siento muy orgulloso de estar en una de las ciudades más importantes para el espectáculo. Nosotros vamos a cantar y a tocar, pero el ambiente lo ponen ustedes”, dijo el intérprete en una franca invitación que le dio resultado pues a partir de ese momento y durante las casi tres horas de concierto la gente no paró de corear cada uno de sus temas.

Sonaron después canciones como Que digan misa, un medley de Loco con Si he sabido amor y Mátalas, la primera que convirtió el recinto en una pista de baile en la que cualquier pasillo era bueno para relucir los mejores pasos.

Sobre el escenario, la orquesta no daba tregua. Seis violines, una sección de vientos con cinco integrantes, tres guitarras, tres coristas, una batería, un percusionista y dos teclados dotaban de profundidad a la interpretación del Potrillo.

Entre los músicos destacaban los integrantes del Mariachi Real de México, que acompaña a Alejandro durante su gira.

Como no podía ser de otra forma durante la fiesta mexicana, se escucharon homenajes a algunas de las plumas y las voces más representativas de la música vernácula.

Ella, de José Alfredo Jiménez, contó con un impresionante coro colectivo mientras Cascos ligeros restaba dramatismo a la noche que poco después volvió a su estado nostálgico cuando Estuve, de Joan Sebastian, retumbó en el lugar.

Entre canciones, el público se divertía al grito de ¡México, México! mientras Alejandro sonreía desde el entarimado.

Abrázame, Que seas muy feliz y Las nalgadas antecedieron a El rey, Nube viajera y Serenata huasteca, tras las cuales el menor de los Fernández salió del escenario.

Mientras tanto, en las cuatro pantallas colocadas al fondo del lugar, así como en las dos laterales, se proyectaban imágenes promocionales de México. A cada una de ellas se le recibía con un aplauso que denotaba nostalgia por la tierra a la que muchos no han de volver.

Llegó entonces el momento climático de la velada. Alejandro reapareció en medio de la zona de pista del lugar. En un pequeño escenario atrás de la consola, desde donde dominaba todo con su vista, recordó los gritos con los que se festejaba el aniversario de la lucha indepententista.

Tres veces se escuchó el ¡Viva México! que parecía la razón para reunir al público que por un momento olvidó que estaba en el país vecino y lo hizo tan suyo como fuera posible.

Guadalajara, ¡Ay Jalisco, no te rajes! y México lindo y querido parecían poner el broche de oro a la velada que sin embargo aún tenía muchas sorpresas por delante.

La primera fue con la aparición de la ex Miss Universo, Ximena Navarrete, sobre el escenario. A la otrora reina de la belleza, Alejandro le entregó una medalla que la certificaba como nueva Embajadora de Turismo de Jalisco, un honor que el propio cantante lleva así como otros personajes como los deportistas Javier Chicharito Hernández y Lorena Ochoa.

Sin embargo, aquella noche la música estaba lista para ser la protagonista y Alejandro lo entendió. Sin mucho preámbulo retomó la interpretación de canciones como Es la mujer y un popurrí de Juan Gabriel en el que incluyó Ya lo sé que tú te vas, La diferencia y Te sigo amando.

Al término, y cuando había transcurrido hora y media del recital, el cantante desapareció de nueva cuenta durante unos minutos que aprovechó para cambiar su atuendo y regresar al escenario ataviado con un pantalón y saco negro sobre una playera blanca.

Con un look más informal, Alejandro daba a entender que había llegado el momento de disfrutar de su faceta pop, algo que el público agradeció.

Se me va la voz, No se me hace fácil, Qué voy a hacer con mi amor, Qué lástima y Canta corazón obtuvieron sonoros aplausos como respuesta de la gente que, aun en ese momento, ondeaba banderas de México a la menor provocación.

Me dediqué a perderte, Me hace tanto bien y Te Voy a perder fueron los temas elegidos para cerrar el concierto, pero la gente quería más. Sonó entonces Como quien pierde una estrella, el tema que lanzó a la fama al Potrillo y tras él dijo adiós.

La insistencia de la gente lo obligó a volver. Para complacerlos cantó Si tú supieras, la cual mezcló con No sé olvidar. Les siguieron otras como Sin tantita pena, Se me olvidó otra vez y No volveré. Con ellas, el programa estaba completo pero ni el cantante ni la gente querían despedirse.

Consultando con su director de orquesta, Alejandro escogió No lo beses y Vamos a darnos tiempo, para seguir cantando.

El final definitivo se dio con Sueño contigo, tras la cual Alejandro pidió un aplauso para su banda, para su público y uno más, el más fuerte, para él, un tributo que, tras dos horas y 40 minutos, la gente entregó de buena gana para decir adiós de manera definitiva.

2011-09-17 02:00:00

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