* Ofrece concierto ante 10 mil personas; rinde homenaje a su padre Vicente Fernández
Alejandro Fernández. NOTIMEX
México, 15 May. (Notimex).- El cantante mexicano Alejandro Fernández, una de las figuras más representativas de la música vernácula, encantó al público que asistió a su concierto en el Auditorio Nacional, como parte de su “Confidencias World Tour”, que concluirá en noviembre en Costa Rica.
Fue el primero de nueve conciertos que ofrecerá en el citado recinto de la capital mexicana y en los que además de interpretar lo mejor de su repertorio musical de baladas, también entrega una selección de temas acompañado de mariachi y rinde homenaje a su padre, el cantante Vicente Fernández.
“El Potrillo”, como también se le conoce, emocionó a unas 10 mil personas al cantar 37 éxitos durante dos horas y media, pero también conquistó a las mujeres con su carisma, sencillez y movimientos de cadera.
Además, resaltó la cultura y el folclor de México, el valor de su gente y la importancia de la mujer. En la recta final de su “show” destacó el legado de su padre, a quien define como: su amigo, ejemplo, confidente y maestro.
Alejandro Fernández inició su espectáculo con media hora de retraso debido al intenso tráfico vehicular ocasionado ante el cierre del estacionamiento ecológico aledaño al “Coloso de Reforma”, que afectó la llegada de los espectadores.
Arrancó con un éxito de Roberto Carlos, “Cóncavo y convexo”, incluido en su más reciente disco “Confidencias” y después compartió “Se me va la voz”.
”Muchísimas gracias, buenas noches. Es un placer estar aquí en la Ciudad de México, con mi familia, mis amigos y, por supuesto, con ustedes, mis confidentes. Sé que ha sido un poco larga la espera, pero aquí estamos nuevamente de regreso entregando alma, corazón y vida arriba del escenario con nuestras confidencias”, expresó como saludo de bienvenida.
La siguiente canción “Cuando digo tu nombre”, fue dedicada a quienes al decir un nombre aún sienten pasión por alguien. Al terminar complació con “Estuve” y “Qué voy a hacer con mi amor”.
Con impecable camisa y traje negro sin corbata, el intérprete de 43 años se refirió a las mujeres al asegurar: “Ay Dios mío, si supieran lo que duelen. Amor y desamor, lágrimas y risas; porque habemos hombres que no podemos estar con una mujer, pero tampoco sin ella”.
También de Roberto Carlos, entregó “Desahogo” y “Hoy tengo ganas de ti”, mientras que decenas de mujeres abandonaban sus asientos en la planta baja del recinto, con el propósito de acercarse al escenario a fin de saludarlo de cerca y que él artista les correspondiera.
Tras beber de una taza negra y limpiar el sudor de su frente con una toalla, recomendó a los hombres pusieran atención a la letra de “A nadie le importa” (Nobody knows you when you’re down and out), que en su álbum en promoción interpretó a dueto con Rod Stewart. “Por que a muchos nos puede quedar el saco”, dijo.
Acompañado de nueve músicos de su banda y tres coristas-bailarinas cantó “Procuro olvidarte”, “Te voy a perder” y “Canta corazón”, poniendo, con ésta última, a bailar a la gente.
”Quisiera preguntarles, ¿quién enamoraba a una mujer con una canción?, ¿quién no ha enamorado a una mujer cantándole al oído, susurrándole? Vamos a ponernos como si estuviéramos en la sala de nuestra casa, aquí en el Auditorio Nacional y ahora sí muchachos, nos vamos a desnudar”, resaltó con lo cual generó un escandalizado grito desde las butacas.
Sin embargo, presuroso aclaró: “musicalmente hablando, tranquilos, qué miedo, eso sería de terror. Vamos a desnudarnos el alma, el corazón. Voy a cantar cuatro canciones que gracias a ustedes, a los medios de comunicación, sobre todo a la radio, se convirtieron en grandes clásicos de mi carrera”.
El menor de los Fernández, se refirió a “Me dediqué a perderte”, “No sé olvidar”, “No lo beses” y “Si tú supieras”, que interpretó con nuevos arreglos en acústico, “para que no se aburran”, señaló.
Tras este set, hizo su arribo el mariachi integrado por 11 elementos a ritmo de “Yo tenía mi cascabel”. Después, el originario de Guadalajara, Jalisco, apareció sobre el escenario ataviado con un traje de charro de color negro cantando “¿Dónde vas tan sola?”.
Al concluir, sus fans le pidieron vuelta, a lo que el artista respondió: “¿Cuál vuelta?, se acabó lo que se vendía”. Sin embargo, la insistencia fue mayor y finalmente, Alejandro se la dio. No conformes, le pidieron otra y de nuevo las complació.
“Muchas gracias de verdad, por tantos años de tanto cariño que me han brindado. Se dice fácil, pero son una vida entera, son 22 años de carrera y solamente ustedes son los que me han hecho permanecer aquí arriba del escenario. Les agradezco infinitamente por todo su cariño, muchísimas gracias. Con lo único que les puedo regresar todo esto es cantándoles música mexicana.
“Hablarles del tequila, de nuestras mujeres hermosas de México, la gastronomía, el folclor y nuestro mariachi que siempre tendré tatuado en el alma, el corazón y la piel, pero literalmente lo tengo tajando. Hoy México necesita de su gente, sus valores, empeño y fuerza”, resaltó.
“Mátalas”, “Qué lástima”, “Cascos ligeros”, “Es la mujer” y “Abrázame” fueron de las más coreadas, mientras que Alejandro, dueño una potente y afinada voz, era observado en sus movimientos también a través de cuatro pantallas gigantes.
“Antes de despedirnos, quisiera tomarme un tiempo para agradecer a mucha gente. Primero a Dios por haberme regalado la vida y por haberme heredado este don que de verdad, cada que estoy en escenario lo disfruto más y agradezco muchísimo su cariño y sus aplausos.
“Quiero agradecerle, por supuesto a mis padres que me dieron la vida e hicieron una familia llena de amor, a mis hijos por ser el motor de mi vida cada día y a todas las personas que hacen posible cada noche como esta”, resaltó para luego agradecer el trabajo y apoyo de sus músicos, el mariachi, y todo el equipo de producción que hace posible su concierto.
De Armando Manzanero compartió el emblemático “No”, con lo que convocó a un coro monumental. Ya con el cabello desalineado y de aspecto sensual, Alejandro deleitó con “Que digan misa”, “Loco”, “Nube viajera” y “Tantita pena”. Con esta última sedujo a las mujeres mediante movimientos de cadera y sonrisas galantes.
Con “Como quien pierde una estrella”, uno de sus máximos éxitos, puso a todos de pie para luego abandonar el escenario. Sin embargo, ante la insistencia de una más, regresó con “Me hace tanto bien”, portando un tercer vestuario: camisa negra y pantalón de cuero con el cabello recogido en media cola.
“Honor a quien honor merece. Gracias, esto es con respeto a quién es mi amigo, mi ejemplo, mi confidente y maestro, para mi padre”, pronunció.
Con un popurrí de temas compuesto por: “Las llaves de mi alma”, “Por tu maldito amor”, “Mujeres divinas”, “Me voy a quitar de en medio”, “Para siempre”, “Hermoso cariño”, “Estos celos”, “Acá entre nos” y “De qué manera te olvido”, Alejandro Fernández cerró lo que para muchos fue un inolvidable concierto y encuentro con su ídolo.